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El muerto necesario

Carola Chávez.- Necesitan un muerto, lo invocan, giran instrucciones para que suceda la desgracia. No es nuevo, lo hemos vivido cada vez que salen a “descargar su arrechera”. Esta vez fue Tulio Hernández, “intelectual” antichavista, sociólogo, dicen, quién sugirió neutralizar a los chavistas lanzándoles macetas desde los balcones. Y cayeron las macetas y botellas congeladas con premeditación y alevosía. Y cayó gravemente herida Armelina Carrillo que salía a trabajar sin sospechar que desde arriba le iban a partir la cabeza.
En ese preciso instante, un vecino común y corriente embarró para siempre su vida y su conciencia con sangre de una inocente, gracias, entre otras cosas, a la orientación perversa de Tulio Hernández, quién cobardemente, ya había borrado los rastros de su incitación al odio y a la violencia, como si con eso pudiera borrar su responsabilidad.
Pero el cuerpo de una mujer tendido sobre un charco de sangre, tras ser atacada “por chavista”, no le servía a la oposición. Ni una lagrima por ella.
Minutos más tarde, el festín sobre el cuerpo de Carlos José Moreno, un muchacho al que lloraban por su nombre de pila, como si lo conocieran de toda la vida. Clamaban justicia, más que justicia venganza contra el gobierno que había asesinado a ese estudiante que manifestaba en una plaza de Caracas.

Entonces habló su familia: el muchacho no era manifestante, no estaba en la plaza, iba en su moto a jugar fútbol. Así lo dijo su hermano ganándose por eso un rosario de insultos de tuiteros que hasta hacía un minuto lloraban por el “compañero caído”. “¡Maldito comunista!” -le escupieron. Ya no importaba su dolor.
Esa tarde, en San Cristóbal, Paola, de 22 años, se desplomó en la calle sin vida. Los necrófilos ondearon su cadáver en las redes como un trofeo, fingiendo lamentar su asesinato, en manos de “colectivos chavistas asesinos”. Juraron, otra vez, venganza, mientras se inyectaban otra sobredosis de odio.
Capturado el asesino, Iván Pernía, militante de Vente Venezuela, confesó su crimen: disparó 20 balas contra unos motorizados, porque él sabe, porque bien se lo han dicho, que si son negros y van en motos baratas, son colectivos asesinos. Una de sus balas a lo loco le quitó la vida a Paola y a él le destruyó la suya para siempre… Y la oposición sigue necesitando un muerto.

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