Richard Canán.- La depresión y desolación es total entre los confundidos seguidores de
la derecha. La MUD ha hecho implosión, dejando el campo de batalla lleno
de heridas, recriminaciones y rencores. No hay hueso sano en ese
enfermo terminal. Los líderes han huido en desbandada haciendo tienda
aparte con sus ambiciones. Los militantes y cuadros medios están sumidos
en una parálisis total. Frustrados, estupefactos.
Los líderes que forzosamente aparecían agarrados de la mano en el
pasado, se han dejado de hipocresías, develando el verdadero juego de
poder de la cúpula tiránica conformada por Primero Justicia, Acción
Democrática y Voluntad Popular. Secuestraron todas las decisiones,
actuando de acuerdo a sus intereses y pactos con agentes extranjeros.
La cúpula de la MUD se abrogó todas las decisiones, excluyendo al resto
de la fauna política. Desde la contundente derrota de las elecciones
regionales no han parado de pelearse. No se dan cuenta que sus huestes
les han pasado factura por sus mezquindades y torpezas.
Los errores saltan a la vista: mermaron su base electoral cuando se
lanzaron al abismo de la violencia guarimbera, llevando a sus
perturbados seguidores por la senda del terrorismo y el súmmum fascista
de la degradación moral y ética, quemando vivos a otros seres humanos.
Posterior a esto, salieron divididos a las elecciones regionales donde
fueron fácilmente derrotados (lágrimas de cocodrilo suelta Henry Falcón
por la traición de Voluntad Popular). Finalmente, aumentaron los
desatinos, al negarse estos partidos de la cúpula de la MUD a participar
en las elecciones municipales, argumentado que, aunque no confían en el
CNE, ellos lo que quieren es presidenciales ya. Incoherentes,
desubicados y deschavetados. Todas sus acciones van en modo suicidio.
Están colmados de miopía y falta de olfato político.
Estas erráticas decisiones causaron que Primero Justicia perdiera la
gobernación del Zulia. El sifrinaje malcriado y patotero, representado
por los blancos de orilla como Guanipa, los hizo dilapidar una
importante victoria electoral con la posibilidad concreta de dirigir la
gobernación más importante del país. Con su tozudez, dejaron además el
camino abierto para el sigiloso retorno, en plan rapiña y arrase, de
Rosales y su partido Un Nuevo Tiempo.
Sin embargo, la locura tiene un límite. Entre el aparente amague de no
participar en las elecciones municipales, renunciando a sus tarjetas, la
derecha ha dejado colar (agazapados pues) a muchos de sus dirigentes
como candidatos a las alcaldías, a través de pequeños partidos
nacionales y regionales. Por eso veremos en el tarjetón electoral a
varias docenas de candidatos “independientes” con sus corazoncitos
blancos, amarillos y anaranjados. Para garantizar la puesta en escena,
los dirigentes de la MUD pusieron a los “rebeldes” en modo autoexcluido
para no quedar mal con las órdenes de no participar que recibieron del
Departamento de Estado. Extrañas formas de actuar tienen los supuestos
demócratas, a los cuales les disgusta que haya elecciones o que
participen los demás sin su magnánima aprobación.
La campaña electoral avanza y los candidatos revolucionarios no
encuentran a ningún candidato opositor de altura con quien debatir.
Nuestra maquinaria vencedora está preparada para otra nueva victoria. La
depresión en la derecha permite avizorar altos niveles de abstención
entre sus antiguos votantes. Han perdido todo su capital político.
La fuga del vampiro
La película de terror se repite. Emulando al efímero dictador Carmona
Estanga se ha fugado Antonio Ledezma de su arresto domiciliario, huyendo
peluca en mano, disfrazado de vampiro rumbo a Colombia.
Más que sorpresa o indignación, su fuga ratifica la cobardía de la
extrema derecha que carece de valentía para enfrentar con gallardía las
consecuencias de sus acciones. En este caso, Ledezma fue copartícipe en
la planificación y ejecución de los episodios de generación de violencia
en la denominada “Salida”. La derecha quiere nuevamente lograr la impunidad, está acostumbrada a imponer sus privilegios de clase.
Este golpista y antiguo militante adeco es bien recordado por las
acciones de limpieza y exterminio que sus sanguinarios grupos
parapoliciales ejecutaban con total impunidad cuando fue gobernador de
Caracas. Siempre se esmeró en la represión contra el sector estudiantil y
los abuelos pensionados.
Su huida se corresponde perfectamente con realidad política y la crítica
coyuntura por la que atraviesa la extrema derecha. Habiendo caído el
yugo dictatorial de la cúpula de la MUD, ahora Ledezma y los demás
pajaritos de la fauna política hacen públicas sus apetencias y
aspiraciones. ¿Y qué quiere? Pues ser candidato presidencial. Muy a
pesar del ínfimo y escasísimo apoyo popular que recibe en cada elección
su franquicia-partido particular, Alianza Bravo Pueblo.
Todo se trata de figurar y hacerse presidenciable. Estos tristes
personajes (imaginen el estado depresivo de Capriles, viendo a Ledezma
ocupando las portadas de la prensa y las redes sociales), están más que
cómodos con la envilecida tarea de mal poner al país en cuanta instancia
internacional le den cuerda y pábilo. Ya sus seguidores están
entusiasmados con la idea de que los infames jurisconsultos del club de
té, es decir, los usurpadores del “TSJ en el exilio”, lo nombren
(decreto de Carmona mediante, por favor) “presidente encargado”, para que pueda despachar cómodamente desde los jardines y grandes salones del Palacio de la Moncloa. Locuras de la extrema derecha, que ha perdido el contacto con la realidad.