Carola Chávez.- La orfandad de liderazgo de la oposición es tal, que el simple aleteo
de un vampiro rumbo a Madrid, produjo una especie de brevísimo efecto
mariposa -efecto murciélago, diría yo-, que llevó a algunos de
opositores aferrados de la nada, a desearen voz alta, sin pudor alguno,
que se nombre al Vampiro “¡Presidente, presidente!, en el exilio pero
presidente”. Y El Vampiro, sediento de poder, posa su mano ultra derecha
sobre su pecho vacío y apunta con su barbilla al cielo, en un gesto de
exagerado orgullo y satisfacción. “Presidente”-piensa, relamiéndose los
colmillos.
“Presidente” -sueña despierta su esposa, imaginándose Primera Dama en
La Casona, como era antes, cuando los Presidentes vivían en el este del
Este, cuando cada quién tenía su lugar y los choferes eran choferes,
nunca presidentes, y los soldados también eran choferes y jardineros y
carga neceser… Aquellos tiempos cuando éramos felices y no lo sabíamos y
la bandera tenía 7 estrellas, como debe ser… Sueña la vampira consorte
mientras borra con un marcador azul la octava estrella de la bandera,
que “apenas seamos gobierno la borraremos para siempre, porque esto de
tratar de taparla con un Sharpie es fastidiosísimo”.
“Presidente” -piensa su fiel servidor Igor, alias Lorent Saleh, aquel
cuya profesión, según el mismo explicó, era ser terrorista. El que, con
el apoyo del Vampiro iba a “eliminar muñecos” y a hacer estallar
discotecas llenas de gente “¡fuego, fuego!”. “Presidente” -se imagina en
un futuro en las calles, desahogando libremente toda en esa violencia,
todas esas ganas de chapotear en sangre, interrumpida por el presidio
impuesto por esta dictadura que “lo encerró por sus ideas” de poner
bombas, de sembrar terror, de ejecutar asesinatos selectivos…
“Presidente” -tuitean los bots del ala más violenta de la oposición,
esa que habita en la redes sociales haciendo ruido, secuestrando a la
dirigencia opositora, que es tan pendeja y tan cómoda que cree que
Twitter es la voz de la calle.
“¿Presidente?” -murmura Richard Blanco, heredero del vacío de poder
en un partido de tres militantes. “Presidente yo” -dice y arma su nuevo
bloque parlamentario: Richard y sus 13 enanos, la ultra oposición que no
solo se opone furibunda al chavismo, sino que su furibundez les alcanza
y les sobra para oponerse también la la oposición.
“¿Presidente? ¡Ni de vaina!” -piensan Julio Borges, Ramos Allup,
Capriles, Henri Falcón, Guanipa, Rosales, Andrés Velázquez, Juana La
Loca y hasta Ismael Garcia que también se cree, como el resto de los
creyones, que es presidenciable.
“Ni de vaina” -dicen desde otro sector de la oposición, porque
recuerdan “La Salida” que lideró El Vampiro junto al Psicópata Sifri y
Juana La Loca, recuerdan el desastre que dejó aquella aventura
sangrienta. Y puestos a recordar, pues, recuerdan que El Vampiro es un
ser milenario, con una historia oscura ligada al pasado más oscuro del
país, en la que lo menos malo que hizo fue caerle a rolazos y a chorros
de agua a los viejitos que reclamaban el pago de su pensión.
“Presidente, no, títere” -piensa Luis Almagro, títere de mayor rango,
que lo recibe en su oficina con instrucciones claras: ni diálogo, ni
elecciones, ni nada. Calle, calle y más calle sin retorno. Y además de
instrucciones, Almagro se permitió una opinión: opositor que quiera paz,
es colaboracionista del chavismo.
Y con la cucharada de Almagro, este caldo amargo de la oposición se
pone morado. “¿Y quién carajo es Almagro para meterse en los asuntos de
los venezolanos? -dicen algunos fingiendo dignidad soberana. “Almagro
debe moderar su incontinencia sobre temas venezolanos. Hace mucho daño”
-sentencia un historiador que hace apenas un año decía todo lo
contrario: “La MUD debe mostrarse enfática en su apoyo a Almagro y a la
aplicación de la Carta Democrática para al caso venezolano”. Y una
periodista descolocada con tanto lío, tuitea: “ahora resulta que desde
el exterior quieren imponer agenda a venezolanos que se quedaron”. A la
vez que retuitea a otro que dice que esas divisiones que fomentan
algunos opositores y Almagro afectan negativamente el apoyo
internacional. O sea, que no, pero sí…
Ni presidente ni nada, dicen desde Primero Justicia y, pescando en
río revuelto, destituyen de una zancadilla a Helen Fernandez, alcaldesa
metropolitana, suplente del Vampiro, y tercera militante de su partido
de tres.
Ante semejante atropello, El Vampiro, indignado declaró: “El único alcalde metropolitano soy yo”.
¿Y no y que eras presidente, pues? -Le preguntó alguien que ya no
entendía nada, y que se quedó sin entender porque, acorralado por esa
simple pregunta, El Vampiro no tuvo más opción que envolverse en su capa
importada de Transilvania y -¡zuas!- desaparecer en una nube de polvo,
caspa y telarañas.