Carola Chávez.- El antichavismo es profundamente pavoso. Su dirigencia, sus expertos
en marketing, sus voceros, sus simpatizantes, han hilado sobre la pava,
sistemática y minuciosamente, hasta convertirla en el denso tejido de
oscuridad que no les permite ver luz.
En las esquinas opuestas de mi centro electoral, por ejemplo, se
ubican nuestro Punto Rojo, todo música sabrosona y gozadera; y el punto
azul, o blanco, o amarillo, de otro lado, allá en la extrema derecha,
donde siempre hay tres tres señoras con viseras, como las que usaba la
protagonista de Falcon Crest allá en los años 80, y que ya nadie usa,
salvo las señoras caceroleras cuando van a la calle a tumbar a la narco
castro dictadura madurista… Nunca son más de tres señoras y un tipo
barrigón que espantan a la gente poniendo a todo gañote la pavosísima
canción Franco de Vita -valga la redundancia-, que dice: “No lo dejes
moriiiiiiiii-ir, no lo dejes moriiiiii-i-i-i-irrr“…
La militancia en lo pavoso prospera en la redes con la
nazi-cursilería de las estampitas digitales de la Virgen derramando
lágrimas de sangre sobre en una bandera 7 estrellas, las fotos de
muchachas maquilladas de banderas chorreadas de lágrimas también, con
cadenas y mordazas que no han evitado que publiquen semejante ridiculez.
Y ni hablar de la necrofilia, el fugaz y desgarrado lamento tuitero por
un muerto útil, cuyo nombre se olvida dos tuits después, la horrenda
carcajada si el muerto es chavista. Pero el último alarido de la pava
ese mundo donde la empatía dura lo te toma hacer un clic, son los videos
de venezolanos dando lástima en alguna calle de Perú, con un cartelito
colgado del pescuezo que dice “Soy venezolano, dame un abrazo” o “Soy
venezolano, cómprame una arepa”…
Y Lilian, sus trenzas, su suegra y Mitzy encadenadas a la nada frente
al Vaticano, y las franelas de libertador, y Maria Corina, y Antonio
Ledezma todo, y la armadura en la biblioteca de Ramos Allup, y Diana
“Primera Dama Miss“ -que no fue- con un toy poodle blanco con lacito,
sentado en su regazo. Y Julio Borges arrastrándose… Y esa es la pava más
pavosa, la que siempre se vuelve en su contra, ese no querer al país
más allá de un cocosette, ese mayamerismo, esa pena ajena por lo propio,
ese perrismo simpático en la alfombrita de Mr. Trump, rey de reyes de la pava internacional.